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¿Cómo trabajamos en nuestras aulas?


En nuestras aulas reina la diversidad, el criterio de igualdad es una falacia, los profesores no somos iguales, las familias no somos iguales y los alumnos y alumnas no son iguales ni quieren serlo. Somos diferentes, tenemos derecho a serlo y a recibir una educación que atienda nuestras necesidades educativas y personales, con el objetivo común de conseguir que cada persona desarrolle al máximo su potencial académico y personal.


El currículum, una barrera para los alumnos y alumnas



En mi trayectoria profesional como docente y como orientadora educativa he podido observar como el currículum, que fue diseñado para mejorar la calidad educativa de los estudiantes, se ha acabado convirtiendo en una barrera invisible con la forma de una esfera rígida. En esta esfera algunos alumnos y alumnas se ven atrapados. Unos se encuentran perdidos, porque no son capaces de seguir el ritmo marcado para el "alumno medio" y se ven sometidos constantemente a situaciones de fracaso que les conducen a la desmotivación académica; para otros, en cambio, la bola es excesivamente pequeña y se sienten atrapados, asfixiados por un currículum que les impone un ritmo lento, que les frena, que les corta las alas, que no les permite enriquecimientos verticales ni horizontales y que les conduce a situaciones de desánimo y falta de interés.


¿Cómo garantiza nuestro sistema educativo los derechos del alumnado que, o bien tienen alguna dificultad de aprendizaje, o bien tienen altas capacidades intelectuales?


La respuesta la encontramos en las adaptaciones curriculares, que pueden ser más o menos significativas. Unos alumnos necesitan reducir, eliminar o simplificar contenidos, es decir hacer la esfera más pequeña, en cambio otros necesitan enriquecer, ampliar, introducir más contenidos aumentando el tamaño de la esfera.

Las adaptaciones curriculares permiten modificar el currículum ajustándolo a las necesidades del alumno, favoreciendo aprendizajes más significativos, pero a costa de excluirlo de su grupo de referencia, porque con una adaptación curricular los estudiantes dejan de participar en todas las actividades del grupo, para seguir un currículum paralelo al de sus compañeros. Las adaptaciones curriculares significativas, lejos de romper barreras, contribuyen a la creación de múltiples esferas que favorecen el aislamiento de algunos estudiantes. En definitiva, las adaptaciones curriculares significativas mantienen al alumnado en un sistema basado en la integración, alejando a los centros de los modelos educativos inclusivos.


Actualmente el sistema educativo, siguiendo el símil anterior, permite en aras de la atención a la diversidad, que convivan dentro de las aulas diferentes esferas de diferentes tamaños, que separan a unos alumnos de otros creando currículos paralelos excluyentes. Estas barreras impuestas por el currículum no afectan solo a los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, pues si centramos nuestra atención en el resto de alumnos, los que tradicionalmente se denominan alumnos ordinarios, vemos que también están lejos del concepto de "alumno medio"; cada uno de ellos difiere en aptitudes, motivaciones, intereses... en definitiva, tiene necesidades diferentes. De nuevo podemos constatar que el currículum, también para ellos puede ser, en determinados momentos o en determinadas materias, una esfera poco flexible que les atrapa, conduciéndoles en ocasiones al fracaso escolar.


La EPM un modelo que derriba las barreras construidas desde el currículum


Solo podremos derribar la barrera educativa impuesta por el currículum si conseguimos flexibilizar la esfera, si transformamos el cristal en una pompa de jabón, maleable, adaptable a las diferentes necesidades de nuestros alumnos y alumnas.



En la EPM el docente, sin ser el protagonista, tiene un papel fundamental porque es un guía para los estudiantes, a los que debe ofrecer oportunidades de éxito y orientar en el proceso de aprender a aprender, guiándoles en la elección de las actividades que realmente les suponen un reto, enseñándoles a salir de su zona de confort, facilitándoles actividades variadas, que adaptadas a los diferentes ritmos de aprendizaje y contando con una gran variedad de recursos, les sorprendan y motiven.


En la EPM proponemos a los alumnos diferentes actividades, que les permiten trabajar en distintos niveles de procesamiento de la información, no con el objetivo de dividir a los alumnos separándolos por niveles, sino con la intención de que sea el propio estudiante quien decida qué actividades quiere realizar, en función de sus conocimientos previos, de su motivación, de sus aptitudes o de los resultados que va obteniendo; contando siempre con la ayuda y asesoramiento de su profesor. Esta es una de las fortalezas de la EPM, permitir que TODOS los alumnos que hay en el aula, sin excluir a ninguno, puedan trabajar los mismos contenidos, aunque no necesariamente realicen las mismas tareas.



Con la EPM conseguimos que el currículum se acomode al alumno, sin necesidad de adaptaciones significativas, porque:

  • nos aseguramos de que todos los alumnos trabajen los mismos contenidos subyacentes, garantizando una educación inclusiva

  • averiguamos qué saben los alumnos de cada aula, favoreciendo un aprendizaje significativo

  • utilizamos diferentes metodologías, combinamos distintos recursos y presentamos diferentes actividades, garantizando un currículum flexible

  • favorecemos una evaluación adaptada a las necesidades de los alumnos, poniendo en primer plano el trabajo realizado día a día en el aula, potenciando, a su vez, valores como la constancia, el esfuerzo por el logro y la satisfacción por la mejora personal y del grupo.



Rocío Salas Moreno

OE Colegio Lladó

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